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APUNTES II


                                                                                EL ACTOR COMO ESTÉTICA ESCÉNICA

Durante todo el siglo pasado, la sistematización de técnicas actorales ha ido evolucionando. Maestros como Meyerhold, Artaud, Grotowsky y Kantor han dinamizado el rol del actor en el escenario. Su capacidad asociativa, sus energías y su plasticidad corporal se han asumido como factores importantísimos a la hora de concebir teatralidad.

Pese a ello aún queda mucho por recorrer pues pareciera que cuando se trata de desarrollar propuestas donde se prioriza lo que se ha derivado en llamar “Teatro de Autor” o de “Texto” o de “Situaciones”, las técnicas que instalan el trabajo en la introspección y con procedimientos psico-biográficos-sensoriales dominan y suprimen toda sus posibilidad de desarrollo estético plástico en la escena.

Por el contrario, cuando se intenta priorizar líneas que parecieran desarrollar aquellos grandes Maestros, procedimientos vinculadas al mundo de la danza, el performance y las técnicas corporales, efectivizan un lenguaje que más que desarrollar una estética actoral, configuran una suerte de nuevo subgénero que se ha dado en llamar “Teatro Físico”.

No se trata de negar uno ni otro, pero sí encontrar leguajes escénicos que centren su estética en las múltiples posibilidades expresivas e imaginativas del actor de modo de poder generar ese “presente escénico” fundamental para que se produzca el “hecho teatral”.